En los primeros años de la industrialización, la manufacturación a pequeña escala fue sustituida por instalaciones donde se fabricaba a gran escala. Con la introducción de técnicas de fabricación en serie y de montaje con robots, las industrias de componentes, que facilitan las piezas a otras industrias para que éstas realicen el producto final, han crecido. En la industria automovilística, que Japón se ha encargado de mejorar, los métodos de producción en tiempo real (just-in-time) aseguran que las piezas lleguen a las fábricas de coches justo cuando son necesarias en vez de permanecer amontonadas en enormes almacenes. Así, se ha conseguido que la fabricación de coches responda mejor a las demandas del mercado y, por tanto, que sea más competitiva.
Tras la Revolución Industrial se generalizó la fábrica, lugar en el que se persigue aumentar la producción para ganar economías de escala aplicando grandes cantidades de capital, trabajo y tecnología. El sistema fabril permitió la generalización de la división del trabajo. Las sucesivas mejoras organizativas permitieron la especialización de funciones, la estandarización de procedimientos (taylorismo) y la producción en cadena (fordismo). Durante más de 150 años, estas mejoras se tradujeron en una reducción tal del coste por unidad producida que aumentaron los salarios reales, se redujeron los precios de los bienes, aumentó el consumo de la sociedad y el número de trabajadores empleados. Desde la década de 1970 la industria entró en crisis. Los cambios en la demanda y las innovaciones tecnológicas fueron forzando transformaciones radicales en su organización. Por una parte, se demandan productos diferentes y personalizados; por otra, las nuevas tecnologías informáticas y la robótica permitieron la sustitución casi completa del factor trabajo; por último, estos dos fenómenos fuerzan la adopción de sistemas productivos en tiempo real (just-in-time), que reducen la necesidad de almacenamiento pero incrementan la demanda de transportes.
Las consecuencias sociales de estos cambios se están observando ahora al ver cómo las altas tasas de desempleo son estructurales y las perspectivas no apuntan a su reducción, a pesar de las tasas de crecimiento de la economía. Además, es ahora cuando se comienza a valorar el serio deterioro ambiental que la industria ha generado, por contaminación de la atmósfera, de las aguas o del suelo.
Los desarrollos son correctos, ahora la tarea es emprender la búsqueda de tu propia voz.
ResponderEliminarintervení mas en el texto ,opina ,critícalo ,toma un posicionamiento frente a él.